Rodrigo de Pablo es licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid y enamorado del lenguaje pulcro y culto, pero a la vez cercano y emocional. La mayor parte de su carrera ha estado vinculada a Onda Madrid, donde ha dirigido y presentado programas que han sido. Paralelamente, ha colaborado en diferentes medios de prensa, radio y televisión y ha impartido clases en la Universidad Europea de Madrid. “La orilla de los vivos” es su segunda novela tras la publicación de “La sombra de la garrapata” (2020).

Redactor: Juan Pablo Montero

 

Antes de sumergirnos en la creación y la intrahistoria ¿Por qué la India?

Y por qué no. La India es un país fascinante que hace de espejo y refleja las contradicciones del mundo y del propio ser humano. Te saca de tus coordenadas para mostrarte en otro contexto. Yo busco eso en la literatura. Además de que el libro esté bien escrito y aborde algún asunto que me concierna, me gusta que me confronte, me cuestione o me haga pensar en algo que no había pensado o que estaba dentro de mí y no lo sabía.

¿Es una crítica social en toda regla o buscas que conozcamos más en profundidad una sociedad, una cultura, un pueblo que muchas veces es prejuzgado?

La novela es más íntima. Las grandes batallas se libran en otros ámbitos. La protagonista, como cualquiera, ha de posicionarse ante el último hecho crucial de su vida, que es la muerte. La orilla de los vivos plantea una reflexión profunda sobre el amor, la lealtad, la soledad o el perdón, que es lo que desata los nudos que impiden que nos liberemos. Alrededor suceden cosas terribles, a veces terriblemente bellas. El lector tiene elementos suficientes para juzgar por sí mismo una realidad que, si no fuera cierta, parecería de ficción.

Nada es lo que parece, ni todo es tan bonito ni todo es tan malo

Como la vida misma. Lo real se confunde con lo imaginado. El bien y el mal conviven en el mismo plano. El pasado se filtra en el presente a través de las grietas de la memoria. A veces es necesario separarse de uno mismo para contemplarse en su conjunto, igual que hace un escultor antes de terminar su obra. Y eso es lo que hace la protagonista de la novela.

¿Cómo fue ese proceso de documentación?

Tenía la ventaja de conocer los escenarios donde transcurre la acción. Haber disfrutado y sufrido el país ayuda. Sin embargo, la India es inabarcable y he tenido que acudir a fuentes en varios idiomas y al asesoramiento de expertos y nativos para que la novela no adoleciera de falta de rigor. Me gusta ser pulcro con la contextualización de la trama y la psicología de los personajes. Ha sido un viaje a mis antípodas, pero es revelador descubrir que, por muy lejos que nos creamos unos de otros, estamos hechos de lo mismo. Hablamos de esquemas mentales distintos, pero del mismo corazón.

Siglo XXI, las castas siguen estando vigentes en su sociedad

Oficialmente el sistema de castas quedó abolido en la constitución de 1950. La dote tampoco está permitida desde 1961, pero son creencias que han calado en la sociedad durante miles de años y aún sobreviven. Hay millones de personas que lo siguen pasando mal. La injusticia estructural no es fácil de erradicar.

¿Háblame un poco de la historia y de sus protagonistas?

Asha es una viuda que vive en una aldea remota de la India tropical. Una noche sueña que su final está cerca y decide abandonar lo poco que tiene para irse a morir a la sagrada Varanasi. Cuando llega, ni la ciudad es lo que pensaba ni su final está tan cerca. Cuando creía que lo único que le quedaba era morir, es cuando vive lo que jamás imaginó.

¿Asha te enamora o te hace odiarla por momentos en partes iguales?

No me gustaría odiar a nadie, y menos a ella. Asha es una mujer lúcida y audaz, alguien que se hace las preguntas adecuadas y que mira sin juzgar, que en eso consiste la verdadera contemplación. Su nombre significa esperanza, y de eso va también la novela. La mejor manera de morir es aprender a vivir. Hay un proverbio hindú que dice: «cuando todo está perdido, aún queda la esperanza».

¿Has encontrado lo que buscabas al escribir esta novela o has encontrado algo inesperado?

Empezar a escribir una novela es como aproximarte al borde de una selva. Escuchas sonidos desconocidos. Sabes que la espesura encierra riesgos que es mejor no subestimar, pero sientes la fascinación por lo desconocido, y allá vas. Cuanto más exploras, más indagas en ti mismo. Lo que buscamos escribiendo o leyendo es a nosotros. Adentrarme en esa aventura me entusiasma y me apasiona, y creo que así podré emocionar también a quien me lea. Acabo magullado, pero más entero. Encuentro lo que no sabía, o lo que no sabía que sabía.

La historia ha dejado de ser tuya para convertirse de pleno derecho en propiedad del lector, ¿qué esperas de ellos cuando la lean?

Que no cierren el libro y se queden como si nada. Me gustaría que se sientan cuestionados, que piensen en algo que no habían pensado o que estaba dentro de ellos y no se habían percatado. Y, por encima de todo, me emocionaría que se emocionaran.

¿Más escritor, más periodista o existe un equilibro absoluto entre tus dos profesiones?

Ni idea. Soy periodista porque llevo 25 años en la radio. Y supongo que soy escritor porque he publicado dos novelas. No me llevo bien con las etiquetas. Las creemos útiles para saber por dónde pisamos, sentirnos más seguros y, en el peor de los casos, alimentar nuestro ego.

Dejarse llevar suena demasiado bien. Jugar al azar. Nunca saber dónde puedes terminar… O empezar. ¿Podría ser este tu leitmotiv cada vez que escribes?

Soy más brújula que mapa, así que me dejo llevar bastante. Al final son los propios personajes quienes me susurran su historia. Yo me limito a transcribirla. La sensación es maravillosa.

¿Habrá tercera novela?

No lo sé. Desde luego, no a corto plazo. Me he vaciado en La orilla de los vivos. Probablemente haya una reedición de la primera novela, La sombra de la garrapata. Luego tengo por ahí un relato corto y algunas notas inconexas que no sé si seré capaz de ordenar.