Nos damos un paseo por el centro de Pozuelo, por la plaza del Ayuntamiento antiguo, lo que no hace mucho era el centro neurálgico del municipio. En tiempos pretéritos cuando todavía había tráfico en la zona los soportales estaban abarrotados de gente haciendo la compra.
Llegamos a la puerta de la frutería Manuel Fernández e hijos. Me inundan los recuerdos de tiempos en los que acompañaba a mi abuela a comprar, una bolsa en cada mano era la directriz obligada después de comprar. Son chispazos de momentos que me vienen a la cabeza: el trato exquisito de Manuel, Isabel, Ani, Manuel hijo y su hermano Jose con los clientes, las conversaciones de los clientes con los fruteros y con el resto de clientes… Me da la sensación que el tiempo pasaba más despacio, no había tanta prisa, tanta premura en hacer las cosas. Se saboreaba más el momento vivido.
Después de estos flashes de déjà vues vuelvo al presente. He quedado con Jose (Fernández), uno de los hijos que se hacen cargo del negocio en la actualidad. Es curioso, esto ocurre muchas veces con el paso del tiempo, él no me recuerda, es normal hace muchísimos años de mis compras con mi abuela, pero yo al verle le reconozco al momento.
El ajetreo de la tienda es alto, son casi las diez de la mañana y no paran de preparar pedidos y atender a clientes. Le invito a salir fuera de la tienda, al lado de lo que era el cine Dalia. Sí, ese cine que los pozueleros recordamos con cariño porque era el único que existía. Comienzo la entrevista.
Redactor: Juan Pablo Montero
¿Cuánto tiempo lleváis con la frutería abierta?
56 años exactamente.
¿Quién fue el que empezó?
Mi padre, Manolo, con mi madre, Isabel. Más tarde mi hermano Manolo y yo y mi tía Ana que estuvo muchísimos años con nosotros. Mi hermano Luis alguna vez también venía.
Aquí seguimos hoy, a punto de jubilarnos. Ya nos queda poco, más o menos dos años y algo.
¿Te va a dar pena?
Pena ninguna. Han sido muchos años. Trabajar todos los días 14 horas, incluidos los domingos, es muy duro.
Tenemos muchos clientes y no podemos apenas descansar. Por ejemplo a los restaurante Urogallo les servimos todos los días del año menos el día de Navidad y el de Año Nuevo. Pues así con muchos clientes. Es muy sacrificado, pero es nuestra vida. Pero como te decía, pena ninguna porque han sido muchos años de duro trabajo y de dedicación absoluta. Aguantaré unos dos años aproximadamente para esperar a mi hermano y se lo quedarán los chicos que trabajan para nosotros sí así lo deciden.
¿Tu familia o tus hijos no siguen con el negocio familiar?
No, porque de todos los hermanos sólo tengo hijas yo y una vive en Lieja (Bélgica) y en Almería. Una es terapeuta y la otra es doctora en biología. Por lo tanto esto se acabó para mi familia aquí.
Por cierto, me decías que sois pozueleros. ¿Tus padres también?
No, mi padre era de Monroy (Cáceres) y se vino aquí a Pozuelo y mi madre se fue a Bilbao que es donde se casaron mis padres. Después se vinieron a Pozuelo y nacimos aquí los cuatro hermanos.
Aquí os conoce todo el mundo
Así es, cuando empezamos con la frutería solo había otra, la de Chato, el de la autoescuela Jaenes. Te puedes hacer una idea, más de 50 años como te decía. De hecho tenemos una placa que nos dio el ayuntamiento como reconocimiento por nuestra cinco décadas de trabajo.
¿Para vosotros qué es Pozuelo?
Para nosotros es la vida. Es donde tenemos todo. Además siempre alrededor de la plaza. Casi siempre hemos vivido aquí. Para nosotros es todo Pozuelo y su plaza del pueblo.
Por cierto, ¿Cómo fue la época de la pandemia?
Pues fíjate, no paramos. Cerraron los restaurantes, pero nos surgieron 2500 nuevos clientes. La verdad es que tratamos a todos exactamente igual, daba igual que se gastaran 50 euros que 5 euros. Íbamos con furgonetas o andando nos daba igual.
Con Filomena nos pasó igual, repartimos a todo el mundo, no paramos.
¿La gente consume mucha fruta?
Nosotros no podemos coger más pedidos, no damos abasto. Mira, a las siete de la mañana ya está saliendo una furgoneta a Móstoles.
Para mí ha sido todo, nos ha ido siempre todo muy bien. La lástima es que no he tenido ningún hijo que se quiera quedar con el negocio, pero bueno los chavales que trabajan aquí dicen que se quedarán con el negocio. Ya veremos, pero no es fácil.