Daniel Conde, Junior Líder de la Caixa, IP de grupo incipiente en el CBGP

Isabel Allona, Catedrática de la ESTIAAB y Subdirectora de Infraestructuras Científicas del CBGP

Antonio Molina, Catedrático de la ESTIAAB y Director del CBGP

 

El año 2022 fue en España extremadamente cálido y seco, con un incremento de la temperatura media de 1,7 °C por encima de la media del periodo 1981-2010. Además, desde 2013 la temperatura media anual ha superado a la de referencia, según datos de AEMET. En el año 2023, la primera mitad de la primavera ha sido escasa en lluvias y con temperaturas inusualmente altas. Estos factores climáticos determinan que estemos en un nuevo periodo climático, con un impacto notable sobre la actividad agrícola y la producción de alimentos. La situación se puede volver critica si continua la escasez de lluvias durante la primavera. Por otro lado, si se tiene en cuenta el año hidrológico, que comienza el 1 de octubre de 2022 y finaliza el 30 de septiembre de 2023, el valor medio nacional de las precipitaciones acumuladas hasta el 25 de abril de 2023 es de un 24 % menos que el valor normal (1991-2020) para dicho periodo, según el último informe de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET).

 

Estos nuevos escenarios climáticos van a tener un impacto relevante sobre nuestras vidas, particularmente en países como España, que va a afectar negativamente a la producción de alimentos y al medio ambiente, en especial sobre las masas arbóreas. Futuros escenarios de temperaturas a nivel global y local dependen de las medidas que se tomen para mitigar el efecto del cambio climático. Sin embargo, estas medidas de mitigación tendrán, si son efectivas, su efecto a largo plazo, pero la producción de alimentos en estas condiciones climáticas es un reto que debemos afrontar de forma inmediata. A corto plazo urge tomar medidas tales como la adopción de planes basados en la ciencia y la modernización de regadíos, para que se aproveche cada gota de agua y que las plantas se adapten a las nuevas condiciones de estrés ambiental. La situación puede volverse extremadamente grave si el futuro nos depara primaveras secas como la actual. La primavera es un mes clave para la producción de todos los cultivos, pero en especial para los leñosos: frutales, viñedos, olivares etc. En primavera se produce la apertura de las yemas florales tras su paso por la etapa de dormancia durante el invierno. Una correcta floración es crítica para una producción adecuada de frutos. Bajo estas circunstancias se requieren riegos de apoyo, sin embargo, la baja disponibilidad de agua por la que atravesamos hace temer no solo por la producción, si no por la supervivencia de cítricos, almendros y olivares, en diversas regiones del país.

 

Nuevas aproximaciones biotecnológicas han de ser desarrolladas para mejorar la capacidad de los cultivos para hacer frente a la sequía. Este es uno de los objetivos de nuestro centro, Centro de Biotecnología y Genómica de Plantas (CBGP), un centro mixto entre la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) y el INIA-CSIC, que tiene el sello de Excelencia Severo Ochoa. Las plantas utilizan una gran variedad de mecanismos fisiológicos y anatómicos para hacer frente al déficit de agua, que hemos ido caracterizando en los últimos años. Muchos de estos mecanismos son únicos dentro cada órgano o tejido, actuando específicamente en raíces, tallos u hojas. Varios grupos de investigación del CBGP trabajan en descubrir dichos mecanismos específicos de adaptación combinando herramientas vanguardistas que permiten diseccionar la información del genoma que está siendo leída y expresada por cada tipo celular durante la sequía, para permitir que la planta se adapte y sobreviva. Una vez entendidos estos mecanismos, el uso de técnicas biotecnológicas, moléculas biológicas protectoras y mejora genética, permitirán adaptar las respuestas de los cultivos a estas situaciones de estrés. El futuro de la producción agrícola va a requerir la aplicación de todo el conocimiento generado en múltiples disciplinas, para hacer frente a un problema grave de disponibilidad de agua y por lo tanto de alimentos, ya que todo parece indicar que este problema nos va a acompañar muchos años. La respuesta a este gran reto está en la ciencia y la innovación, dos de los pilares fundamentales de la actividad del CBGP.