2020-2021 está siendo uno de los años más dramáticos del nuevo siglo. Lejos quedan esas películas y libros que prometían que iríamos en patinetes voladores, usaríamos zapatillas y cazadoras autoajustables, viviríamos hasta los 120 años y físicamente seriamos superiores… Sin embargo, de todas estas ideas, la que nunca imaginábamos que llegaría a pasar sería la de una pandemia como la que estamos viviendo.

Cuando finalizó el confinamiento, muchas de las costumbres que se adquirimos en nuestras casas se han quedado como nuevas rutinas, otras sin embargo las hemos perdido. Todo ha cambiado y, aunque intentamos volver a la normalidad, lo cierto es que el mundo actual es diferente.

 

Uno de los cambios quizás más evidentes es que el bienestar de las personas prima por encima de cualquier otra necesidad. Una ciudad sostenible garantiza a sus habitantes educación de calidad, una sanidad eficiente, transporte público accesible, seguridad ciudadana, recogida de basuras y excelente calidad del aire donde no tengamos que preocuparnos por la contaminación, ya que los niveles habrán descendido mucho.

Un espacio público de calidad es esencial. Esto significa adaptación de calles, plazas, parques y del espacio urbano en general. Una de las pautas más importantes será la conservación obligatoria del patrimonio cultural y su incorporación moderna. Una ciudad sostenible estará integrada.

Un ejemplo sería la ciudad de Melburne, en la city australiana se ha puesto en marcha una iniciativa conocida como Smart Blocks para que los edificios de viviendas sean más sostenibles. El objetivo es mejorar la eficiencia energética de las zonas comunes y disminuir el consumo lo máximo posible.

La apuesta por ciudades y países en los que el consumo no sea desmedido. Las ciudades sostenibles se oponen al consumo desmedido. En cambio, impulsan otros modelos de Comercio Justo que fomenten la compra local y las redes de personas productoras respetuosas con el medio ambiente.

 

Estas serían las pautas a corto plazo, pero según algunos eruditos a medio- largo plazo, viviremos de esta manera:

Para Michio Kaku, es un famoso físico teórico y futurista japonés. Ha escrito varios libros estableciendo cómo será, o cómo podría ser, mejor dicho, el futuro de la humanidad de aquí a unos años.

Según Kaku, en el año 2050 seremos capaces de enviar recuerdos, emociones y sentimientos a través de la red. Aunque parezca un capítulo de Black Mirror, Kaku lo ve de una manera clara. Dando por sentado también que los teclados desaparecerán, y que nos comunicaremos gracias a una red interconectada cerebralmente.

También afirma que, en el ámbito de la medicina, el cáncer se podrá curar como un resfriado común en la actualidad; y podremos, a su vez, intercambiar nuestros órganos defectuosos por otros nuevos con una simple visita al médico.

En la película de ‘El Hombre Bicentenario’ el ser humano podía intercambiar los órganos defectuosos. La esperanza de vida podría llegar a los 85 o 90 años.

Por último, el futuro estará ligado a las estrellas, las distancias cada vez serán más cortas y eso hará que colonicemos planetas. La sostenibilidad deberá ser una pauta que deberemos seguir y exportar a otras estrellas. No creo que lo veamos, pero será fantástico.