La civilización se encuentra en un momento transcendental para un futuro que irremediablemente se nos echa encima. Las nuevas tecnologías cada vez están más presentes en nuestro día a día y somos más dependientes de ellas de lo que nos imaginamos. Especialmente ahora, que debido a la pandemia por Coronavirus, nos hemos visto obligados a teletrabajar y a desenfundar toda la maquinaria tecnológica de nuestras empresas para que desde casa, podamos realizar un trabajo satisfactorio.
El IoT –Internet of Things, en su denominación completa en inglés– es un término que cada vez su escucha más en informativos, conferencias, reuniones de empresas o incluso entrevistas de trabajo. Traducido en español como ‘el Internet de las Cosas’. fue en 2009 cuando el profesor del MIT Kevin Ashton usó la expresión de forma pública por primera vez. Desde entonces, el crecimiento y la expectación alrededor del término ha ido en aumento de forma exponencial.
IoT significa interconectar entre sí smartphones, electrodomésticos inteligentes, asistentes por voz, coches autónomos o smartwatches para que entre ellos exista un flujo de información a la hora de que puedan cumplir con los mandatos del usuario. De esta manera, desde el teléfono móvil se podrá encender el coche, pagar en un restaurante o programar la colada para que esté lista justo antes de llegar a casa.
El científico Alan Turing avanzó en 1950 la necesidad futura de dotar de inteligencia y capacidades de comunicación a los dispositivos sensores. Lo que no sabía es que iba dar justo en la tecla de lo que iba a ocurrir sesenta años después.
Un origen muy diferente
Cuando a finales de los años 90 se empezaba a instaurar la utilización del teléfono móvil a nivel mundial, muy pocos presagiaron que se convertiría en la llave de una nueva dimensión. A medida que nos adentrábamos en el siglo de las estrellas, de los descubrimientos o de la ciencia-ficción, la tecnología iba moldeando estos dispositivos tanto en apariencia como en interior.
Los smartphones han indexado de forma magistral todos los avances tecnológicos de los últimos años y, como si de una carrera espacial se tratase, los avances dejan atrás los modelos anteriores de una forma rápida y voraz.
La compañía que mejor explica esto es Apple con su proyecto de una tableta táctil que acabó convirtiéndose en un móvil referencial: el IPhone había nacido. Toda evolución va unida al trabajo y la ambición por mejorar, y estas dos acciones convergieron a inicios del siglo XXI en compañías como la mencionada Apple u otras como, por ejemplo, el gigante Google.
La actualidad y su presencia en el mercado
El Internet de las Cosas es una de las fases que nos puede llevar a que tengamos un mundo completamente digitalizado. Redefinirá las fronteras entre industrias y abrirá nuevos nichos de mercado. Pero, si bien supondrá grandes oportunidades de crecimiento, también puede representar una amenaza para las formas de negocio tradicionales.
El mercado global de dispositivos para el hogar conectado tenía en 2018 un valor de 50 mil millones de euros, en tanto que para este 2020 se espera que la cifra sea de más de 80 mil millones y de 140 mil millones para 2024. Estas cifras suponen un crecimiento del 22,3 % anual, lo que anima a pensar que el futuro transcurrirá por la senda del Internet de las Cosas.