Redactor: Juan Pablo Montero

El Centro Cultural La Corrala, sede del Museo de Artes y Tradiciones Populares, fue el escenario donde tuvimos el placer de entrevistar a Vetusta Morla para hablar de su nuevo álbum de estudio, Cable a Tierra.

Charlamos durante casi media hora con el 50% del grupo -Guille Galván, Pucho y Jorge González- y a medida que avanzaba la conversación fui comprendiendo que este disco era algo más, es un viaje al ayer, al folclore más embrionario que nos sacude el alma cada vez que suena la música popular y nos muestra lo frágiles que podemos llegar a ser.

 

¿Cómo habéis vivido el último año y medio?

Jorge: En lo personal hemos tenido la suerte de no perder a ningún familiar cercano, o sea que hemos vivido una pandemia, dentro de lo que cabe, relativamente buena.

Yo por ejemplo me he dado cuenta de que mi cable de tierra son mis padres. Despertar oliendo el café y las tostadas que mi padre hacía en la autocaravana era único. Esa sensación era recordar algo que me hacía muy feliz y no era tan consciente.

Guille: Sin ser un disco que hable expresamente de la pandemia, creo que es una obra que no se entendería sin lo sucedió el año pasado. Compones dependiendo de dónde lo haces y nosotros estábamos acostumbrados a tocar en el local. En este caso hemos hecho un trabajo mucho más técnico, más preciso al desarrollarlo en los estudios de nuestras casas y luego ponerlo en común. Esto nos hizo trabajar con instrumentos y con sonoridades que normalmente no utilizamos.

Al tener que componer desde casa y utilizar instrumentos que tenían más que ver con la música popular o folclórica nos permitió partir de esas sonoridades y compartir canciones que, por ejemplo, en lugar de tocar una guitarra eléctrica utilizaba un guitarro.

De repente, no era solo una manera de cambiar de color, conceptualmente ligaba unas cosas y otras. La idea era no ver esas canciones como algo outsider dentro del proceso de composición como quizás pasó con 23 de Junio o Maldita Dulzura. Estas son canciones diferentes, más tarareables o más populares en el más amplio sentido de la palabra, pero que conformaban una especie de guinda en un disco más eléctrico. En cambio, en esta ocasión teníamos la opción de hacer un disco así, podíamos ir al detalle de cada sonido.

 

 Este disco podríamos decir que es para todos los públicos

Guille: Lo bonito del folclore es que es una hoja que va pasando de generación en generación y que hace que una canción que te cantaba tu abuela se la acabes cantando a tu hijo o a tu nieto.  Que nos digas eso es superbonito porque sin querer hacer un disco de 0 a 99 años (risas) hay como un espíritu de que somos carne de reemplazo, imborrable en nuestro campo o que la mejor está por venir. Hay sensación de trascendencia, pero no por ser mejor o peor sino por permanecer. Creo que la cultura y las canciones tienen la capacidad de ser un tejido intergeneracional.

Pucho: Es una idea que estaba ondeando en el anterior disco con La Vieja Escuela, recoger el legado de los que se fueron y tú continuar su legado.

 

¿Hay alguna canción por la que sintáis debilidad?

Pucho: En mi caso van variando, de hecho, hay canciones que al principio no me entraban y después de un tiempo me emocionaban. Al final las canciones tienen un tiempo de asimilación.

 

¿Quién os ha dado una puñalada trapera?

Jorge: No es tanto quién te da la puñalada sino por qué sientes que eso es una puñalada trapera, ahí está la diferencia. Evidentemente es de alguien cercano que no te esperas. Yo me lo llevé a ese terreno.

Guille: Puñalada trapera no deja de ser el paso del tiempo y la vida, que sabes que te va a llegar, pero no sabes cuándo. Creo que es una canción muy coplera en la letra que está muy pegada a cualquiera, se sabe que llegará la cornada, pero no cuándo.

 

Si te que quiebras, es una maravilla.

Pucho: Es una canción que la estamos haciendo sin un tempo marcado y a mí me están ocurriendo cosas que tienen que ver con los seis, al final tienes que estar continuamente pendiente del otro, hay un engranaje perfecto entre todos. Creo que es un tema que representa muy bien todo lo que ha pasado este último año y medio. Encierra temas muy holísticos.

Guille: Es muy curioso porque un día estábamos grabando la banda sonora en casa y David vio un bongó de juguete y me dijo grábame una cosa -era un 7×8-. Al día siguiente le mandé el sonido modificado y le dije vamos a dejar toda la primera parte como que no sepas por dónde te va a caer. Normalmente los títulos se ponen al final, pero aquí lo teníamos claro desde el principio, Si te quiebras porque la música te rompe.

Coincidió que un día, cuando la tenía medio armada musicalmente, tuve que ir a un tanatorio de una persona cercana, fue en enero y justo era el resurgir de la pandemia. Este es un disco que encierra mucha vida, pero por todo lo sucedido, también mucha muerte. Hemos hablado de la muerte de una manera casi lorquiana para poder tener mayor distanciamiento.

Recuerdo que me salió la letra casi del tirón La flor que se gira en los entierros… y me pasó una cosa que no me había ocurrido en la vida, terminé la letra llorando. Es como algo que llevaba acumulado durante el último año y eclosionó al terminarla. Este disco es de todos los que hemos hecho el que está compuesto más desde la fragilidad y a veces es por el miedo al reemplazo o por lo que hemos sufrido.