El siglo XXI se está convirtiendo en la etapa de la historia en la que los humanos avanzamos más en menos tiempo. La terminología ‘Ciudades Inteligentes’ (Smart Cities, en su traducción en inglés) empieza a instaurarse en los países desarrollados, sobre todo, tecnológicamente.
Como definición general se puede decir que las Ciudades Inteligentes son urbes que aplican las TIC (Tecnologías de Información y Comunicación) para la gestión y prestación de sus diferentes servicios, como gobierno, economía, asuntos sociales, movilidad, seguridad, energía, cultura, medio ambiente, etc. En este sentido, con la aprobación inicial del proyecto de reparcelación de Montegancedo, ciudades españolas como Pozuelo de Alarcón están avanzando en esta línea al potenciar el contacto con el entorno natural a la vez que se incorpora la tecnología para mejorar la vida de los ciudadanos.
Uno de los ejemplos más conocidos de ciudad inteligente son los coches conectados, también conocidos como vehículos autónomos, que pueden comunicarse con parquímetros o muelles de carga de vehículos eléctricos y dirigir a los conductores al punto más cercano disponible. Los fabricantes de automóviles han comenzado a trabajar en el desarrollo de coches conectados, y empresas como Tesla aparecen a la cabeza en la conducción autónoma dentro de Estados Unidos.
La seguridad y la salud también juegan un papel fundamental en la ciudad inteligente. Se espera que las tecnologías ayuden a los ciudadanos a tomar mejores decisiones basadas en datos e incluso que estas tecnologías inteligentes tengan el potencial de reducir las muertes y mejorar los tiempos de respuesta ante emergencias.
Las acciones medioambientales van más allá, y tratan desde el consumo inteligente de agua hasta el tratamiento sostenible de residuos. El impulso de la ciudad inteligente se traduce en el desarrollo de mejores urbes, pero también implica la dinamización de la industria y de la economía de un país.
En el antiguo Imperio Romano, la creación de acueductos, baños públicos y la pavimentación de calles y carreteras cambió el devenir del ser humano. Los amos del Mare Nostrum facilitaron la comunicación y la higiene, provocando que los habitantes de las grandes urbes se centrasen en avanzar en otras disciplinas como la cultura, la ciencia o la política. En la actualidad, grandes ciudades como Hamburgo, Toronto, Nueva York, Tokio, Londres, Barcelona o Madrid también caminan en ese sentido.
En Canadá, exactamente en un barrio portuario y deprimido de Toronto, es en uno de los lugares donde se pretende avanzar más en este campo. A orillas del lago Ontario se prevé la construcción de un barrio inteligente y totalmente visionario de 325 hectáreas. El proyecto Sidewalk, como así se llama, pertenece al gigante tecnológico Google y tiene un objetivo claro: cambiar el mundo.
La matriz de Google, Alphabet Inc., tiene muy claro que el futuro solo será sostenible si va ligado a la creación de metrópolis inteligentes basadas en inteligencia artificial, alta conectividad y habilitadas por medio de sensores y cableados que permitan que funcionen por sí solas.
Las ciudades inteligentes en España
El Gobierno de España quiere aprovechar la aparición de esta nueva industria para agilizar esta nueva revolución tecnológica y para ello ha diseñado una estrategia llamada Plan de Ciudades Inteligentes. Nuestro país cuenta con una red con más de 60 ciudades inteligentes interconectadas donde el objetivo es crear un entorno de vida más amable para los habitantes y turistas.
En España resulta cada vez más usual la aparición de nuevos barrios donde la gestión de los datos es un factor muy importante a la hora de su nacimiento y desarrollo. Por eso, el ámbito de Montegancedo, en Pozuelo de Alarcón, es un claro ejemplo de cómo deben ser los barrios y urbes del futuro: sostenibles y con la calidad de vida de los habitantes siempre presente.