Enrique León,
Ortiz León Arquitectos

 

Recientemente, he visitado de forma consecutiva el Monasterio de San Lorenzo del Escorial y la Alhambra de Granada, dos de las mejores referencias de nuestra cultura arquitectónica. Representan dos mundos distintos separados 400km en el espacio y 200 años en el tiempo. Un orgullo de nuestra cultura

El Escorial, basado en el volumen, el orden, la sobriedad, la unidad, la continuidad, las formas pétreas, el eje, la simetría, contrasta claramente con la Alhambra basada en la ligereza, la transparencia, el espacio, la asimetría, los espacios encontrados, la economía técnica y de materiales, la naturaleza, la luz.

Es bonito pensar que las referencias que usamos en la arquitectura actual hacen un guiño a nuestra propia historia y rescatan algunos de esos principios.

Seguramente la sostenibilidad en ese constante mirar hacia la naturaleza, se encuentra cómoda en esos espacios transparentes, ligeros, discontinuos, que en estos momentos buscamos como marco estimulante para el desarrollo de la actividad humana, combatiendo esos niveles de supervivencia en que se ha convertido la necesidad de alojar en condiciones dignas a una determinada cantidad de población controlando la excesiva explotación del medio, pero sobre todo que los ciudadanos que habitan nuestras ciudades puedan desarrollar en ellas sus capacidades y vivan felices mediante la construcción de entornos acordes con la naturaleza y no en su contra porque el ser humano responde mejor a este tipo de ambientes.

Actualmente, tenemos ejemplos diversos por el mundo, como por ejemplo Los Ángeles, de trazado disperso, ocupando una gran superficie de territorio; Londres, de trazado denso y una de las ciudades más vitales del planeta; Roma, ciudad detenida en el tiempo por su propia historia.

El futuro de las ciudades va a estar determinado por el planeamiento urbanístico, un urbanismo verde y arquitectónica, social y económicamente sostenible, capaz de acomodarse a demandas cambiantes, a lo inesperado, tiene que ser un urbanismo que no congele territorios. El urbanismo, debe permitir globalizar estas intenciones mediante iniciativas como la lanzada por Ursula von der Leyen como la Nueva Bauhaus Europea, que pretende abrir un espacio de encuentro para diseñar futuras maneras de vivir, profundamente relacionado con un posible Pacto Verde Europeo y con una propuesta para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero; y los estándares Level(s), para identificar edificios sostenibles. Todo esto, obligará a los estados a contar con una estrategia de renovación a largo plazo que empiece desde ya.

Cada país y cada ciudad tiene y tendrá características puntuales debidas a la idiosincrasia de la cultura, su historia, el clima, la orografía, etc, pero hay ciertas características que se están globalizando, y hay ciertas sensaciones que los habitantes deberían sentir, y la ciudad proporcionar: encuentro, contacto con la naturaleza, ligereza, tecnología, bienestar, vida… este es uno de los grandes retos que nos depara el futuro.